Güeyu Mar – Playa de Vega, 84 Ribadesella – Asturias Tlf: 985 860 863
Seguro que os ha pasado muchas veces en la vida. Hay planes y objetivos que a veces se atascan, es como si el maligno nos persiguiera y cada vez que creemos que saldrán, acaban truncándose.
Hace por lo menos un par de años que tenía ganas de ir a Güeyu Mar. La primera vez que oí hablar de él, fue a mi amigo Ramón, se deshacía en elogios y es una persona a la que le doy la mayor credibilidad en todo lo relativo a restaurantes y viajes.
Aunque la Playa de Vega ya la conocía, no la suelo frecuentar demasiado. Por lejanía y a pesar de que es un gran arenal de 2 kilómetros, suele haber demasiada gente y está complicado aparcar. Tampoco soy de los que pierdo el tiempo comiendo cuando el objetivo es tomar el sol y bañarse, por ello las veces que estuve me pasó totalmente desapercibido el restaurante.
Aunque «solo» lleva abierto desde el 2007, los propietarios Luisa y Abel tienen una dilatada experiencia en pescados y mariscos. Durante 20 años se encargó de la plancha en el restaurante La Parrilla de Ribadesella, este bagaje se ve reflejado en el entendimiento de la materia prima.
Ya sabéis que lo mío son las carnes, pero lugares como Güeyu Mar hacen replantearte muchas cosas. Creo que podría olvidarme se ellas si pudiera disfrutar a diario de la excelencia que rodea a este magnífico restaurante, que sin duda está llamado a ser uno de los iconos de la costa cantábrica. Por ahora ha sido destacado dentro de la Guía Michelín con un Bib Gourmand.
Finalmente el día llegó y la fecha elegida fue el puente de la Constitución. Aún recuerdo cuando le dí calabazas a mi amiga Susana, no entendía como rechazaba su invitación por una carrera de Formula 1. Viendo lo visto, un Ferrari que parecía un tiro de bueyes, no creo que a Fernando Alonso le hubiese importado que le hubiese puesto los cuernos.
Tras una escala técnica en Colunga para tomar el vermú en el Restaurate Las Vegas, propiedad de una amiga, degustamos unas magníficas tapas y unas cañas bien tiradas. Proseguimos ruta.
Aunque el día otoñal no acompañaba demasiado, fuimos recibidos por un arco iris. Una gran bienvenida que resaltó la belleza del entorno, aunque para bellezas las que nos encontramos según abrimos la puerta del restaurante. Nos recibe una vitrina repleta de un genero maravilloso.
La parrilla preside la entrada, inmaculada como la Concepción que celebraríamos al día siguiente. Cada pescado presa del enrejado, lucía como uno de los bodegones del pintor francés Javier Arizabalo. El calor de las brasas de encina, intentando penetrar en sus prietas carnes y Abel mimándolos a golpe de manivela y spray, regulando la altura para su correcta cocción. Cada pescado, por tamaño y textura, es un mundo y sólo la dilatada experiencia de los elegidos, hace que con un golpe de vista se sepa cuando ha adquirido el punto perfecto.
Nos acompañan a nuestra mesa, una terraza cubierta con mucha luz natural y decorada en tonos blancos, azules y ocres con mucho sabor marinero.
Como invitado, me dejo guiar y acepto de buen agrado las sugerencias de Susana y del amable camarero. Los pescados que ofrecen suelen ser grandes y puede que no tengáis disponible ración individual. Es un restaurante que invita a grandes reuniones para disfrutar de su variedad y excelsos tamaños. Su carta contiene una clara declaración de intenciones, Carnes y Arroces……No Tenemos.
Como aperitivo nos sirven un estimulante caldo de pescado antes de que llegue el salpicón de bogavante. Me atrevo a decir que es un imprescindible y no debéis dejar pasar la ocasión de probarlo.
El pescado elegido fue una lubina de cuatro raciones, partido a la mitad resultó muy abundante. Acompañado de una simple guarnición de lombarda y coliflor salteada había un claro protagonista, el pescado. Nada de salsas que pudiesen enmascarar el frescor y sabor, ese sabor ahumado era suficiente para sacar la mejor de nuestras sonrisas.
Terminamos con una soberbia tarta de queso Gamoneu que me había recomendado mi amigo Alejandro, de otra galaxia, cuanta razón llevaba en sus elogios.
Para rematar la comida, unos cafés y gin tonic en la terraza resultaron el colofón perfecto de un gran domingo. Pureza, mimo, producto, simplicidad, calidad y buen hacer son algunas de las cualidades que destaco de mi visita, el cronómetro ya está en marcha pensando en cuando podré encajar una nueva visita aunque Fernando se juegue su tercer mundial.
Ese cronometro del que os hablaba se ha vuelto a parar el 18 de julio de 2015. Recibía la visita de mi amiga cordobesa Maica y en mis planes de ruta turística en su primera visita a la región no podía faltar un sitio del que pudiera presumir.
Consciente de que un sábado de verano aquello estaría a rebosar, con una semana de antelación me hice con la última mesa e incluso reservé una ventresca de bonito, pescado imprescindible en estas fechas.
La belleza cordobesa tiene fama así que debía estar su altura maravillándola con la belleza de nuestros paisajes y rincones especiales. Sabía que gastronómicamente Güeyu Mar no iba a ser menos y mantendría ese alto nivel que todos queremos ofrecer a nuestros huéspedes.
Esta vez era yo el maestro de ceremonias y le metí un buen repaso a la carta repitiendo platos imprescindibles.
De aperitivo nos ofrecieron un salmorejo con picada de aceitunas, estaba muy rico pero más bien era un gazpacho, una apreciación que como buena cordobesa me confirmó. Y es que además en su local La Caña de España ofrecen hasta seis variedades diferentes.
Continuamos con una suprema ostra a la brasa con caviar, la sirven ahumada con madera de cerezo y maridada con una copita de sidra brut. Fantástico sabor a mar, excelso tamaño, una locura.
Nada más entrar observé en la vitrina unas cigalas que llevaban nuestro nombre. Hecha a la brasa un bicho de 250grs tiene entidad suficiente para seguir ampliando nuestra sonrisa.
Dentro de esos imprescindibles que os comentaba no podía faltar el salpicón de bogavante.
Un poco de pulpo asturiano sería el nexo de unión con nuestro plato principal, la ventresca de bonito.
La maestría de Abel con la parrilla está a la altura de la parte más sabrosa de este deseado pescado que tanto disfrutamos aquí en el norte.
Poniendo a prueba nuestros estómagos no podía faltar la tarta de queso Gamoneu que a su vez complementamos con una ración de este increíble queso, uno de los más emblemáticos de Asturias y que en este caso elabora el primo de Abel para consumo propio.
Apenas quedaría hueco para un café mientras charlamos y felicitamos al chef por una lección más de como tratar y mimar un producto para quitarse el sombrero, en este caso el cordobés.
El cronometro vuelve a ponerse en marcha, tick tack, tick tack.
Una vez más paramos el cronómetro el 7 de junio de 2016 en una de las visitas más deseadas del año. Casi sin enterarme, a lo tonto, y por motivos de agenda por poco paso un año en blanco.
Lo bueno se hace esperar, pero cuando llega, la satisfacción es máxima y vivimos la experiencia como si se tratara de la primera vez. Así fue para mi acompañante y será difícil olvidar un día como el de ayer en que ya empezamos a sentir y vivir el arranque del verano.
Ya os he comentado que ir contra corriente y visitar Gueyu Mar huyendo de las masas estivales es todo un privilegio, aunque este año será difícil que no me acerque otra vez para disfrutar del proyecto que Abel se trae entre manos.
Coincidiendo con el día de mi cumpleaños, el 8 de agosto del año pasado, inauguraron la terraza con vistas. Tras un periodo de pruebas y ultimando remates para la nueva temporada, este año se presume como uno de los chill out para foodies más atractivos de toda la costa cantábrica. Me gustaría poder contaros sus ideas, pero mi ética dice que mejor esperar y que lo comprobéis por vosotros mismos a lo largo de este verano.
Con sólo ver el espacio y las vistas, ya invita a relajarse viendo una puesta de sol.
El tiempo acompañaba, aunque la nitidez del cielo azul que dejamos en Oviedo se torno en una bruma marina de ida y vuelta. No obstante, la temperatura fue tan agradable que no dudamos en comer en la terraza alejados de la protección solar del toldo. Los asturianos somos como caracoles y fáciles de contentar, aunque sean unos tímidos rayos.
El aperitivo de esta vez fue una riquísima sardina sobre un lecho de verduras, os garantizo que te puedes comer una docena de una sentada.
Buscando nuevos productos que no hubiese publicado ya, ver en la vitrina esos percebes aclaró rápidamente uno de los entrantes. Servidos de forma individual, con una presentación excepcional, Abel nos demuestra su maestría con la parrilla dándoles un punto de cocción perfecto. El tamaño en este caso, si importa, aunque tampoco debemos abusar con esta premisa, porque algo excesivo puede perder la salinidad y convertirse en un percebe dulzón.
Si o si, hay irrenunciables y el salpicón de bogavante es algo por lo que no estoy dispuesto a dejar pasar. Su excelencia ya está más que escrita así que vuelvo a poner una foto y babear aunque hayan pasado 24 horas.
Lubina, ventresca de bonito ya tenían su espacio así que tocaba probar algo nuevo. La imagen del rodaballo que habían subido al Instagram era pornografía marina y comprobar esa desnudez en la vitrina me decía que hoy era el Día Mundial del Rodaballo.
Como siempre los acompañamientos son testimoniales pero sabrosos, coliflor, repollo y lombarda. El verdadero protagonista es el pescado tratado en la parrilla con gran mimo, disfrutar de ejemplares de este tamaño tratándose de un pez plano nos garantiza unos cortes de un grosor poco habitual y la jugosidad es mucho mayor.
Rematamos con la tarta de queso Gamoneu. Ya no se ni para que pido la carta de postres porque siempre tropiezo con el mismo, y bendito tropiezo!.
Un paseo por la playa, que no se a qué espera Costas para limpiar de piedras, concluyó con el primer baño del año y el reinicio del cronómetro.
https://www.facebook.com/pages/Restaurante-G%C3%BCeyu-Mar/151886861526445
Y yo sin ir todavía…
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Toni, entonces te esta pasando como a mi. No lo dejes y aprovecha antes del verano. Es una pasada y como escribí en el artículo vete acompañado, siendo 4 podreis coger piezas grandes y no te pierdas ni el salpicon ni la tarta.
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Je, je. ¿Salpicón?. Marisco, no, gracias. 😉
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No me digas que no te gusta el marisco!!!!!. Este de bogavante se sale, no es el típico lleno de pimiento y cebolla. Además debe llevar un bogavante entero.
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Madre mía, en las fotos tiene todo una pinta buenísima así que en vivo y directo y al paladar debe ser impresionante…Lástima que Oviedo me pille «Un poquito lejos» 😉 Seguro que si llevase allí a mi marido no iba a conseguir sacarle del restaurante en meses, con lo que le gusta el pescado y el marisco…!!!
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Si que el sitio es un espectáculo, nada de aditamentos, materia prima y oficio con las brasas, no necesitan nada mas
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Una crónica magnifica, muchas gracias
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Gracias a Güeyu Mar por hacer las cosas tan bien.
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