El Centenario



El Centenario – Plaza Mayor, 7  –  Gijón      Tlf: 985 343 561

Recientemente visitaba Gijón, es una ciudad que siempre me sorprende por sus gentes y el ambiente que se respira. Parece mentira que los 25kms que nos distancian desde Oviedo puedan suscitar tantas diferencias, y no hablo de futbol, tener playa o no creo marca esos límites.

Las estaciones del año parece que en Gijón siempre van por delante. A principios de mayo las minifaldas, chanclas y camisetas ya despuntan mientras en Oviedo se resisten a quitarse el cuello de cisne y los abrigos.

El ambiente callejero es mucho mas animado, desconozco si se refleja en el comercio pero un sábado previo a las navidades me encontré hordas de gente paseando como pitus sin cabeza, pese a la intermitente lluvia.

No había planeado nada y nos dejamos llevar, alcanzada la Plaza del Ayuntamiento volvemos a explorar un mercadillo navideño, ya habíamos estado en el del Paseo de Begoña. Las 20:30 es buena hora para tomar una botella de sidra y de entre todos los que hay por la zona, entramos en El Centenario, una sidrería-marisquería de toda la vida.

Aunque cuentan con un comedor en la primera planta, en la zona de sidrería ya se empezaba a acumular mucha gente y por si entraba el hambre y no fuese a ser demasiado tarde, nos sentamos en la única mesa libre que quedaba.

Val de Boides fue el palo elegido, una DOP del Llagar Castañón que fue galardonada como mejor sidra DOP en 2016.

Dicen que la sidra hay que acompañarla de algo de comida para que no caiga mal, pues oye, a rajatabla, tráenos un par de andaricas. Muy sabrosas y cargadinas.

Parece que el chupeteo y la segunda botella abrió el apetito y decidimos quedar a cenar. Unas buenas zamburiñas sirvieron de excusa para mojar algo de pan.

Por seguir con marisco y bajo la premisa de culo veo, culo quiero, ver las caras de satisfacción de la mesa de al lado mientras se comían una ñocla a la plancha, definió el siguiente plato.

Creo que ya os lo comente alguna vez, la gente se pirra por las centollas y no puedo decir que un buen carro no me encante, pero si de patas y más carne hablamos, no se puede comparar con un buey de mar. Encima si lo pedís a la plancha, la cosa mejora con creces.

Turno del pescado, con la chopa no hubo discusión pero pedirla con salsa, a la espalda o al ajillo fue otro cantar. Al final elegimos la última opción en función de mantener un poco la línea.

Si todo lo degustado anteriormente estuvo perfecto, la chopa defraudo muy mucho. Escaso tamaño, super seca y los ajillos laminados estaban tan pasados que su amargor eclipso cualquier preocupación por el mal aliento. Lo mejor la ensalada.

Aunque no somos de postre, por quitar el mal sabor de boca, el bombón crema de leche de La Ibense nos devolvió la sonrisa.

Una tarta de chocolate correcta cerró la experiencia de luces y sombras en este clásico.

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