La Mar del Medio – C/ Mon, 18 – Oviedo Tlf: 985 225 575
El Oviedo que toda mi vida conocí y viví se ahoga, esa ciudad, capital de abolengo lleva años a la deriva y ha perdido parte de su esencia, en cierto modo rancia pero entrañable. Las boutiques, los cafés, las grandes casas, han dado paso al descuido, los grafitties, los centros comerciales, la vida cultural, la juventud, la Universidad, a mi modo de ver una modernidad mal entendida.
La ciudad pierde negocios emblemáticos a pasos de gigante y el soplo de aire fresco que suponen los nuevos, se desvanece con la misma rapidez que se ejecutan las obras de acondicionamiento, una remolino que se está tragando las ilusiones de los que aquí vivimos. No quiero resultar catastrófico pero cuando entro en un local ya sea de restauración o comercio minorista, me planteo si esa será la última vez que me compre unos calcetines o disfrute de una cena maravillosa.
Siento estos ataques de nostalgia pero por más que cerremos los ojos no podemos borrar la realidad. Visitar La Mar del Medio me trae muchos recuerdos, estamos en una de las calles más emblemáticas de la ciudad y la estampa de esta calle en cuesta, con la aguja de la catedral visible, es una de las vistas más inspiradores para cualquier ciudadano o turista.
Aunque han pasado al menos cuarenta años, no borro de mi memoria esperar aparcado en la plaza de Trascorrales o Sol, con mi padre entreteniéndonos a mi hermana y a mi hasta que mi madre saliese de la Plaza del Pescado. Años después por ahí merodearía tomando copas en aquel lugar de mal vivir que nos decían era el Oviedo Antiguo, aunque en realidad si lo comparo con el ambiente actual de esas calles, lo nuestro era Disneylandia.
Junto al edificio que ocupara Antigüedades Esperanza se encuentra La Mar del Medio, un caladero muy especial al que nos sentimos atraídos todos los amantes del pescado porque sí, en Oviedo se puede comer muy buen pescado, aunque se pueden contar los sitios especializados con los dedos de las manos.
Ya os comenté en algún otro artículo lo fascinante que supone atravesar una de esas puertas antiguas de un edificio decrépito. En el caso de Esperanzona lo que había en su interior no era ni medio normal, altura de techos, escaleras que subian y bajaban llenas de olor a rancio de enseres que muchos coleccionistas se empufarían por tener, no recuerdo bien si una de las zonas era una cochera de carruajes, en fin, el mundo de Narnia tras una puerta de madera.
En el caso de La Mar del Medio tras abrir sus portezuelas y bajar unos peldaños nos encontramos con un barco de verdad reconvertido en barra de bar. Rescatado de la zona de San Esteban de Pravia y con matrícula de Oviedo, en su día montaron un mini astillero en la Plaza de Trascorrales para adecuarlo al negocio sin que nadie viniera a exigirles licencias de ocupación, vuelo, certificado de Industria, Patrimonio o sabe Dios qué. La mirada atónita de jubilados omnipresentes en todo lo que tenga que ver con las obras era respondido con jocosidad diciéndoles que esperaban a que se fundieran los polos para que llegara la mar a Oviedo. Al paso que vamos no parece tan descabellada la idea.
Además del evidente toque marinero del barco, las paredes están cubiertas por listones de madera y nos da la sensación de estar comiendo en un camarote, aunque estas literas son mucho más cómodas. Chema González es el artífice y patrón de este barco, del que se encarga a diario de buscar el mejor producto en las rulas.
La merluza, aunque sea del pincho, ha sufrido mucho en la última década, pero en La Mar del Medio siguen confiando en la finura de este pescado y destaca su apartado especial al que le dedican hasta seis elaboraciones diferentes. Como veréis, el cogote era impresionante.
Quizás la añoranza general que reflejo en el artículo se ha visto influenciada porque en la mesa nos reunimos el trío de mis mejores amigos con sus mujeres, con ellos pasé los mejores momentos de mi adolescencia y aunque ahora nos vemos muy poco, el vínculo existente no se marchita.
Tras el aperitivo cortesía de la casa compartimos unos bocartes y unos calamares de potera excepcionales.
Por elección propia, creo que el peor parado fui yo porque la chopa a la espalda a pesar de estar muy buena no era muy grande.
En la carta la variedad de carnes es exigua y testimonial, al fin y al cabo estamos en un restaurante marinero. Junto con el cachopo y la chuleta de ternera nos ofrecieron la posibilidad de unos escalopines.
Era el primer día de octubre y quizás una de las ultimas ocasiones para disfrutar el bonito así que dos se inclinaron por el rollo de bonito.
El pixin (rape) «a la Pixueta» (oriundos de Cudillero) y el mencionado cogote de merluza fueron el resto de platos de la comanda.
Aunque no fuese esta vez, os recomiendo sus calamares en tinta, su fama es justificada.
Espero que mi apocalíptica visión sea fruto del descontento post electoral y alguien pueda devolver Oviedo y el resto del país a un cauce sensato del que sentirse orgulloso. Confío en seguir acudiendo a La Mar del Medio y otros tantos locales que son santo y seña de una ciudad de cuento, y no lo digo yo, lo dice Woody Allen, cliente renombrado.
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