Casadielles



En la receta de hoy, me lanzo con uno de los postres más típicos de Asturias, las casadielles que en singular se llama casadiella. Aunque es un postre típico de la época de Antroxu o Carnaval, se consumen a lo largo de todo el año, siendo básica en cualquiera de esos mega menús que sirven algunos restaurantes y que es muestrario de nuestra gastronomía más tradicional.

A pesar de ser un postre, con lo poco que me gusta adaptarme a sus estrictas medidas, en las casadielles se  puede jugar bastante con algunas medidas y esa ausencia de corsé me gusta mucho. Podréis encontrar versiones con algún ingrediente diferente, como puede ser el uso de manteca de cerdo, esta es la receta familiar exceptuando el toque de miel.

Suelo contaros la génesis o motivaciones de algunas de mis recetas porque uno no se levanta de buenas a primeras y dice, hoy hago esto o lo otro. La cocina requiere cierta planificación.

Estando de visita mis amigos Bea y Gerardo, bautizados como «los mexicanos», fuimos a cenar a Casa Lin. De postre pedimos unas casadielles y la verdad, le faltaban mucho punch de azúcar y anís para disgusto de todos, pero en especial para aquellos que no pueden comerlas durante todo el año.

Casualmente, un familiar me proveyó de una cantidad ingente de nueces asturianas caseras, y para dar una sorpresa a mis amigos antes de su regreso, me lancé como un poseso con los preparativos de la receta.

Está muy de moda el tema de los productos Km 0 aunque como bien dice Ricardo González Sotres del Estrella Michelín El Retiro, en Pancar, las comunicaciones actuales hacen que conseguir unos espárragos de Tudela sea cuestión de horas, aunque nos separen 300kms.

No tengo huerto, ni tiempo, ni sapiencia horticultora, pero en mi terraza me apaño con algún producto al que me gusta ver crecer. Hierbas aromáticas y algún cítrico como uno de los limones que utilicé en la receta, es a todo lo que llego, pero este año he sido padre por sorpresa.

En la maceta del tomillo crecieron unas hojas que no tenían pinta de malas hierbas, lo deje crecer y un día mi ansiosa madre me reprendió por no tener bien atendidas las plantas. Cual sería la sorpresa al arrancar la planta y comprobar que de sus raíces emergía una perfecta nuez germinada que no me explico como llegó ahí. Ahora trato de ver crecer con éxito mi ilusionante nogal.

Este postre no tiene grandes misterios, la masa es muy fácil y agradecida en su manipulación. La parte peor han sido los cambios de aceite en la freidora, necesitareis para freírlas un aceite aromatizado y desahumado. En la freidora salen mucho mejor que en sartén, así que tuve que vaciar 3 litros, rellenar con otros 3 de aceite nuevo para desahumar y volver a rellenar con el antiguo y conservar el deshaumado para el futuro.

Una de las claves del éxito, para mi gusto, es la abundancia de relleno y el reposo en la elaboración de este para que se impregne bien de los azúcares y anís. Por enésima vez repetían La Momia y con ella de fondo, en el sofá me dediqué a partir y separar nueces, una labor tan tediosa como grata en su resultado final.

La elaboración en sí, no lleva mucho tiempo, pero todos los preparativos de reposo del relleno y de la masa suma unas cuantas horas por lo que recomiendo empezarla por la noche y rematarla al día siguiente.

Ingredientes:

250grs de nueces peladas, 200ml de AOVE, 100ml de vino blanco (Verdejo, en mi caso), 400grs de harina de repostería, 2 cucharas de postre de levadura química, 2 cda de postre de miel, 4 cda de postre de azúcar blanquilla, 1 chorro generoso de anís, 1 limón, 1 rama de canela, 2/3 litros de AOVE deshaumado para freír y azúcar para rebozar las casadielles.

Comenzaremos por pelar las nueces, las trituramos con un mortero dejándolas con una textura no muy fina, debemos percibir trocitos de nuez. En un bowl mezclamos las nueces con las cuatro cucharas de postre de azúcar, las dos de miel y el chorretón de anís, mezclamos bien, tapamos con film y dejamos reposar en la nevera toda la noche.

De un limón extraemos una buena peladura sin penetrar en lo blanco (amarga). En una sartén ponemos los 200ml de aceite de oliva virgen extra con la peladura y deshaumamos, cuando el limón se ponga negro retiramos y dejamos enfriar.

Tamizamos la harina de repostería y reservamos. Una vez que el aceite esté frío, en un bowl lo mezclaremos con los 100ml de vino blanco, con la ayuda de una varilla lo integramos hasta emulsionarlo y alcanzar una textura cremosa, añadimos la levadura y mezclamos, ahora iremos añadiendo poco a poco la harina, según nos pida la masa.

Cuando veáis que con la varilla resulta difícil moverla pasamos a usar las manos, ha de quedar una masa moldeable, que no se pegue pero que no sea muy dura. Es bastante aceitosa así que no necesitareis harina para trabajarla en la encimera, la extendemos con el rodillo amasador y estiramos, doblamos hacia nosotros y repetimos la operación hasta cuatro veces. La volvemos a meter en el bowl, tapamos con un trapo húmedo y refrigeramos durante dos horas.

Transcurrido el tiempo de fermentación, amasamos un poco para darle calor, formamos una pella y dividimos en cuatro y volvemos a estirarla cada porción sin pasarnos con el grosor (demasiado fina se rompe con el relleno y demasiado gruesa es muy tosca). Con el cuchillo sacamos un gran rectángulo, conservamos los sobrantes y empezando desde arriba colocamos abundante relleno, enrollamos y donde se vaya a juntar la masa, con el dedo humedecido en agua, sellamos y cortamos, aplastamos las extremidades y con un tenedor las sellamos.

En una freidora, con aceite desahumado con una rama de canela y una peladura de limón, a 180º las freímos hasta que estén bien doradas. Retiramos el cesto y lo mantenemos apoyado para que recuda de aceite y enfríe un poco, las pasamos con cuidado a otro recipiente con papel absorbente y cuando aún estén tibias las rebozamos con azúcar para que quede bien adherida.

Dejamos al aire, no las tapéis o el crujiente de la masa se reblandece. Servir en una bandeja. Con esta medidas me han salido unas 15 unidades, suficientes para darse un caprichito y hacer repartos, recordad que es un postre bastante calórico.

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