El Llar de Viri – Trasquilos, 20, San Román de Candamo Tlf: 985 828 022
Me encantan los días de sorpresa, esos de los que no esperas mucho y acaban convirtiéndose en un fluir de buenas sensaciones y disfrute. Para alguien un tanto cuadriculado como yo, todo lo que sea salirse del camino pautado es un gran aliciente.
El sábado lo había pasado trabajando en el blog y el domingo aún me quedaban muchas cosas que rematar, así que madrugué por si acaso. Ese sexto sentido me funciono, a primera hora mi amiga Marta me mandó un mensaje por si me apetecía hacer algo en una mañana que amanecía medio despejada. Una pensada rápida y se gestó la visita al Llar de Viri, un lugar que tenía muchas ganas de conocer.
De camino nada mejor que acercarse al mercado dominical de la villa de Grado para tener contacto con una buena representación de los productos de la tierra: hortalizas, legumbres, embutidos, quesos, panes y respostería variada dan color a la Plaza del General Ponte que bajo la atenta mirada de la escultura en bronce, homenaje a las vendedoras del mercado, observa el ir y venir de los moscones.
Tras probar algunos quesos, bizcochos y mercar algún producto para próximas recetas, resulta imprescindible tomar el vermú en alguna de sus animadas terrazas.
Emprendemos ruta desde Grado por la carretera general que lleva hacia Avilés, negociamos unas cuantas curvas, que para eso son también una de las maravillas de esta tierra y vemos la estación de tren de San Román de Candamo, giramos a la derecha en dirección a sus famosas cuevas, a unos 20 mts hemos llegado al destino.
Entramos a la casa y tras entretenernos un rato observando y escudriñando todos los objetos presentes en su decoración sale a recibirnos la risueña Viri que ejerce de perfecta anfitriona guiándonos a una de las mejores mesas junto a la chimenea y describiéndonos todas las bondades de la carta y platos fuera de ella. Nos recuerda que es una casa de comidas y que aquí se sirve todo al centro, para compartir.
Existen cuatro estancias o comedores bien definidos, una coqueta y única mesa en el recibidor, una sala principal con una gran chimenea, bajamos unas escaleras a lo que podía ser una bodega y tenemos otro comedor con 3 mesas y una capacidad de 18 comensales, y finalmente una zona de galería con vistas a una terraza-jardin que en la primavera y verano debe dar mucho juego aunque a mi me entretuvo mucho disfrutar de un precioso asturcon pastando en la finca contigua.
A la hora de elegir qué comer no debe faltar una buena fabada, en este caso La Mejor del Mundo de 2013. Se trata de un concurso organizado por el Ayuntamiento de Villaviciosa y Gustatio, una empresa dedicada a la creación y desarrollo de eventos. Por orden desde el 2011 los premiados han sido Casa Chema (Puerto), El Moreno (El Puntal), El Llar de Viri (S. Roman de Candamo) y Bedriñana (Villaviciosa).
Según palabras de la propia Viri, “este plato no tiene ningún secreto, lo único que necesita es una buena materia prima” y doy fe que así es, aunque yo añadiría mimo, amor y fuego lento. Les fabes estaban muy mantecosas y el compango muy equilibrado con esa pizca de alegría que no debe faltar en una buena morcilla y chorizo.
Por si misma la fabada resultaría plato único para mucha gente, pero los asturianos tenemos fama de fartones (glotones) y no seríamos nosotros los que faltáramos a nuestro origen.
Abrimos boca con unos croquetones de langostinos y bacalao sobre salsa de tomate caliente. Buena bechamel y empanado con tropezones claramente perceptibles y un sabor intenso.
Calentamos motores con la estupenda fabada descrita anteriormente.
Fuera de carta y al estar en temporada no podían faltar unas setas encebolladas con arroz. Un plato en el que daba la sensación de comernos el bosque a cada palada, sin duda mezclar varias especies como shitake, trompeta de los muertos…etc. potencia todos los aromas y sabores.
Completamos con un poco de carne, los medallones de solomillo de cerdo con salsa de queso Picón. Después de ver tantos quesos en el mercado apeteció degustar el Afuega’l Pitu roxu «Picón» en forma de salsa.
¿Postre?, pues va a ser que sí. No soy nada llambión (goloso) pero desde que leí la carta tenía claro que debía probar ese flan de castañas «Michigrin». Viene acompañado de un par de bolas de helado de mandarina para hacer más llevadera la densidad del flan al que atacamos y ofrece resistencia a la cuchara. Mejor no pensar en las calorías.
De perdidos, al río. No se les ocurre más que ofrecer fuera de carta un biscuit de higos, mi auténtico talón de Aquiles. Cómo habría dicho Camilo José Cela en aquel acertado spot publicitario, VENGA!!!!!!!
Finalizamos con un café de pota de quitarse el sombrero, negro como el azabache, nada más alejado de los típicos aguachirris.
Tras una última charla con Viri felicitándola por el homenaje ofrecido, no me queda más que agradecer la labor que las grandes guisanderas han aportado y siguen aportando a nuestra gastronomía.
Menos mal que no tuve que ser inspeccionado por el garaje de la FIA, seguro que íbamos pasados de carga aerodinámica ¡Donde quedó aquel fondo plano del verano!, tendré que hacerme a la idea que estamos en pre temporada.
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