Casa Vicente – Carretera General – Castropol Tlf: 985 635 051
Dice el refranero popular para criticar a las personas carentes de criterio personal que imitan el comportamiento de otros: ¿Donde Va Vicente?, donde va la gente.
Pues lo siento amigos, en este artículo desmontaré siglos de tradición popular porque he encontrado donde está Vicente, en Castropol, y sí, había toda la gente y más porque nuestro turno de comida fueron las 4 de la tarde.
¿Borregos confundidos?, ¿comensales ignorantes?, ¿peregrinos despistados?, nada de eso, mucho listo que sabe donde está lo bueno.
Vale que era sábado de Semana Santa y podría confundirme, pero lo cierto es que han sido muchos años yendo a Lugo por la carretera vieja subiendo a Meira y cada vez que pasaba por esta curva a la ida o vuelta, siempre estaba el aparcamiento lleno.
Precisamente por la inconveniencia de encontrarse a mitad de camino nunca encontré ocasión para parar, o era temprano o quería llegar a casa, pero es de esos sitios a los que tienes ganas y el tintero algún día acaba desbordándose.
Con los años me he vuelto perezoso y precisamente en Semana Santa ya no me gusta hacer grandes viajes, estáis todos por ahí, parece que lo regalan y para cuatro días no me compensa el estrés de lidiar con la marabunta de cofrades itinerantes. Nada como quedarse en la región y hacer visitas, en esta ocasión a unos amigos que andaban por Tapia de Casariego.
Tras tomar el vermút con unas botellas de sidra, percebes, mejillones y navajas emprendimos camino a Castropol, un paseo con la nueva autovía.
Llevar 75 años en el negocio no es cosa fácil, será cosa del refranero o de que cuando las cosas se hacen bien uno puede perpetuarse con los años. Sin duda las vistas a la ría con el Puente de Todos Los Santos al fondo convierten este restaurante y hotel en un lugar de emplazamiento envidiable.
Mis amigos me comentan que el comedor está renovado y basándome en lo que he conocido puedo deciros que es un espacio muy agradable, muy luminoso y con vistas inmejorables aunque no estéis pegados a la ventana. Suelos de madera, diferentes alturas con separación de espacios con una cristalera, estores de madera que le dan calidez y cierto halo de misterio, decoración sin sobrecarga de un local que resulta elegante sin explotar los motivos marineros.
Siete adultos y tres infantes dan para componer un menú amplio y sobre todo para disfrutar de pescados servidos en gran formato.
Para beber ya empezamos bien, Mica, una artesanal de Aranda de Duero que ya conocía de haberla probado en Secreto a Voces. Y un ribeiro orensano Val de Souto del que os dejo el enlace para que toméis nota de sus características.
Comenzamos con unas vieiras a la gallega. Buen tamaño, acompañado de una vinagreta consistente y bien emulsionada.
Unas croquetas caseras de espinacas y langostinos muy ricas que aunque tuviesen «verde» los niños las devoran.
Los bombones de calamar en tinta resultaron deliciosos, buena textura y relleno abundante.
Turno de los pescados que aunque vienen acompañados de unos patatinos complementamos con una ensalada mixta de buena factura.
De entre la variada oferta de peces frescos, nos decidimos por un San Pedro y un Xargo, ambos hechos a la espalda. Me despistó un poco el pimiento rojo pero no afectó al sabor ya que se le echa por encima al final. Buenos ejemplares, que nos dejaron muy satisfechos.
Con los postres casi acabamos con la variedad pues incluimos una tarta de queso, otra de naranja, una tatin de manzana, natillas y un coulant original hecho de avellanas.
Tras el homenaje y aunque ya era tarde, nos vimos obligados a visitar la procesión del reposo en casa de mis amigos.
La visita a Casa Vicente me dejo muy satisfecho y seguiré yendo donde va la gente.
Siempre que vamos por la zona ,comemos ahí.Y siempre volvemos porque quedamos encantados con el servicio, y la calidad de la comida.Un sitio para recomendar.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Me alegro que coincidamos en las bondades de este restaurante, siempre gusta saber que mi opinión es compartida.
Me gustaMe gusta