Aunque no me prodigue mucho con los postres, tras 70 artículos de dulce, ya iba siendo hora de publicar esta receta, más que nada porque sé a ciencia cierta que os encantará. Es hablar de torrijas y a todo el mundo se le iluminan los ojos, y con razón.
Más propias de la Semana Santa en que las redes se inundan con este sencillo y humilde postre, se consumen a lo largo de todo el año gracias a que muchos restaurantes han incorporado en sus cartas esta versión con pan brioche. Ya sabéis, aquí cuando nos da por algo nos entra hasta la médula, ya sean los vinagres balsámicos, las croquetas líquidas o la fiebre del cachopo, somos un país sin medida y nos gusta explotar las tendencias hasta la extenuación, tal y como os conté en el artículo de los crêpes rellenos.
Tampoco es que haya huido de este manjar, ya os mostré unas versiones más clásicas con pan duro rebozado en huevo. Espolvoreadas con azúcar y canela; remojadas en un almíbar de vino blanco o con crema pastelera, les daba el nombre con el que siempre se han conocido en mi casa y del cual podéis revisar en mi artículo de picatostes. Incluso me animé con una tarta de torrijas muy diferente, empapada en una sopa fría de almendras e infusión de leche con té matcha.
Si hablamos de pan de brioche, antes de hacerlo yo, os publiqué un artículo donde hacía un enfrentamiento brioche dulce Vs salado. Sea cual sea la receta que escojáis, os garantizo que la satisfacción es máxima.
El auge de estas torrijas es cosa del mediático David de Jorge, que se trajo bajo el brazo la receta que hacía el 3 Estrellas Michelín francés Michel Guerard y en su programa Robin Food causó sensación allá por el 2013. En esa versión se cubre con una crema de almendras y carameliza con azúcar.
Ya sabéis de mi fascinación por la comida asiática, en lo que tarda en cantar un gallo, cruzo los mares y me empapo de aromáticos y sabores muy reconocibles. Por ello, si hablamos de infusionar una leche, por qué no hacerlo con leche de coco, aunque sea a partes iguales con una entera de vaca. La razón de mezclarlas es por la densidad que tiene la de coco, en solitario hubiese costado más la absorción.
Jengibre fresco, cardamomo, clavo, canela, peladura de naranja y lima, un batiburrillo que hasta se me queda escaso, porque hubiese añadido una rama de lemon grass fresco y hoja de lima kaffir, pero mi despensa no siempre está surtida al 100%.
Lo que sí me apeteció y os llamará la atención, es el uso de una chile thai. ¿Picante?, pues por qué no, le va fenomenal si no somos unos salvajes desmedidos. Se utiliza con chocolates de gran porcentaje de cacao y es una combinación genial.
Teniendo hecho el pan de brioche y la paciencia necesaria para aguantar que se empape en la leche infusionada al menos 8 horas, el resto es coser y cantar.
Recién hechas y acompañadas de una chantilly potenciada con vainilla natural o un cítrico que en mi caso hubiese sido la lima o el yuzu; o un simple helado de nata o vainilla, ya hubiese sido la repanocha, pero el miramiento que tengo por las calorías (aunque no se note) me hizo actuar con cautela y limitarme a una decoración con lima y coco rallado.
Ingredientes:
Pan de Brioche (lo compráis o lo hacéis según os muestra el enlace de arriba), 400ml de leche de coco, 400ml de leche entera, 1 guindilla thai, 1 trozo de jengibre fresco, 2 clavos, 1 rama de canela, 6 vainas de cardamomo machacadas, 1 peladura de naranja, 1 peladura y ralladura de lima, aceite de coco, azúcar blanquilla y coco rallado.
Dejando a vuestra conveniencia el tema de comprar o hacer el pan de brioche, lo primero que haremos es infusionar la mezcla de las dos leches con todos los aromáticos en una cacerola a fuego medio durante unos 15 minutos, no ha de burbujear. Retiraremos y colaremos dejando que se atempere antes de refrigerar en la nevera.
Cuando tengamos la infusión fría nos pondremos a cortar el brioche retirando las cortezas para darle una forma cuadrada o rectangular de cierto grosor. Colocamos en una fuente y vertemos la leche que ha de cubrir hasta la mitad del brioche, filmamos y refrigeramos durante al menos 8 horas moviendo cada una de las caras tras dos horas.
Tampoco hay que ser muy estricto con los tiempos, en mi caso estuvieron 16 horas y no pasa nada, al final, cuando estén listas apretaremos un poco para escurrir los excesos antes de pasarlas por el azúcar.
En una sartén pondremos un poco de aceite de coco, tomamos una torrija y la rebozamos en azúcar por una cara y por su opuesta. A fuego medio dejamos que se vaya dorando poco a poco, cuando veáis que salen una burbujas doradas le damos la vuelta y seguimos el mismo proceso.
Con una espátula y cierto mimo las retiramos de la sartén y las colocamos en el plato para servir, decoramos con un poco de coco rallado y rallamos lima fresca por encima. La guindilla de mis fotos es decoración, o no, vosotros veréis.
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