Muchas veces, lo sencillo es lo que más satisfacción nos produce. Cuantas veces habremos oído lo de «yo con un par de huevos fritos con patatas o un bocadillo de chorizo, soy feliz», pues un guisote tradicional se puede incluir dentro de estos platazos que sin glamour alimentan el alma.
La elaboración no requiere grandes conocimientos, prácticamente se hacen solos, sin embargo las prisas no son buenas consejeras y casi siempre la cadencia de un chup chup a fuego lento, nos garantizará el éxito. Llama la atención que mucha gente sea capaz de hacer espumas o esferificaciones y no tenga las nociones básicas, este fue uno de los comentarios de los los jueces de Masterchef, la juventud no suele ser un buen aliado y esos jóvenes desconocen porque en sus casas no han tenido padres que cocinen en condiciones.
Luego están los alimentos tabú, y entre ellos debo incluir al menospreciado repollo una de las pocas verduras que tras su cocción nos deja un agua muy saborizada que fácilmente podremos convertir en caldo a poco que lo ayudemos. Cocer repollo con un buen hueso de jamón y un trozo de panceta nos asegura un plato maravilloso al que sólo tendremos que añadir un par de dientes de ajo dorados en aceite y una cuchara de pimentón a última hora.
En un guiso no se trata de tirar todo al tuntun, hay normas aunque sean pocas. Por ejemplo, a la hora de rehogar las costillas, deberemos de hacerlo antes de agregar el tomate porque su aporte de agua si las ponemos después, impedirá que se doren y sellen.
He hecho un montón de guisos, y si buceáis en el blog os encontrareis variantes sobre este mismo, en algunas he incluido setas, no incluyo la morcilla y el chorizo, añado agua directamente o uso un caldo concentrado. Esta combinación es inédita y en otras circunstancias ni la hubiese publicado pero con el nuevo giro del blog, donde trato de incorporar la vídeo receta, ha sido una buena oportunidad para que tomado este como base, podáis añadir o quitar a vuestro gusto.
Os parecerá una tontería pero el utillaje que empleemos repercute en el resultado final. No es que mi juego de cacerolas sea malo, pero hace poco he incorporado un par de cocottes de hierro fundido de Le Creuset y los resultados son superlativos.
Una de las cosas que me atrae de los guisos es cocinar en abundancia, habitualmente están mejor al día siguiente, y ya puestos no cuesta hacer una buena cantidad que servirá para dos o tres comidas. Para estas cantidades hemos comido dos personas durante dos días y lo que ha sobrado le he dado una nueva vida convirtiéndolo en una sabrosísima crema.
Ingredientes:
1 repollo, 2 costillares adobados, 1 cebolla, 2 dientes de ajo, 2 tomates, 2 zanahorias, patatas, 1 chorizo, 1 morcilla, caldo de jamón, sal y agua.
Lo primero que haremos será pelar y cortar los ajos y cebolla en fina brunoise, echamos tres cucharadas de aceite de oliva virgen extra a la cocotte y comenzamos dejando que el ajo baile, luego le añadimos la cebolla y la zanahoria que habremos pelado y cortado a groso modo, dejamos que se poche muy bien durante 15 minutos.
Mientras tanto aprovecharemos para pelar las patatas, escacharlas y salarlas;, cortar las costillas entre hueso y descorazonar y despepitar los tomates para cortarlos en brunoise. Cuando el pochado esté listo añadimos las costillas, las rehogamos muy bien e incorporamos el tomate dejando que se integre unos minutos.
Aprovechamos para cortar el repollo en juliana y luego a la mitad. Ahora toca agregar las patatas que mezclaremos durante un par de minutos antes de añadir el repollo, añadimos nuestro caldo de jamón (lo tenía congelado de otra elaboración, medio litro aprox.), completamos con agua del grifo sin que quede sumergido todo, removemos y finalizamos agregando la morcilla y el chorizo, tapamos y dejamos hacerse a fuego lento durante una hora.
El resultado no puede ser más sabroso, el hueso de las costillas se despegará como si fuese mantequilla, y el caldo tiene un saborazo como para bebérselo a morro.
Deja una respuesta